
La leyenda de Psique
Versión original: Las Cuatro Tareas: La Historia de Cupido y Psique- Mary Pope Osborne
Tras la búsqueda de nuestros orígenes, en una insondable y profunda investigación se abren las hojas corroídas por el tiempo de un libro, casi, insignificante; y tras incansables días de paciencia, logramos la traducción de su misteriosa lengua. En él… rezaba la Leyenda de Psique…
Cuenta la historia que en un lugar lejano de Grecia, vivía un rey junto a su esposa y sus tres hermosas hijas. Sin embargo, una de ellas, la menor, llamada Psique se diferenciaba de sus hermanas por su perfección e inteligencia. Psique contaba con una dulzura y especial sabiduría, lo que hacía, que sumada a su extraordinaria belleza atrajera toda la gente del lugar y ciudades vecinas, hasta casi abandonar los altares de de la diosa Venus, lo que provocaba la ira desenfrenada de la diosa.
Furiosa, Venus decide ponerle fin al prestigio de Psique, ordenando a su hijo, Cupido, herirla con una de sus flechas para que se enamore la bestia más cruel y miserable que pudiera encontrar. Cupido se dispuso a cumplir con la orden de su madre, sin embargo, cuando iba a ejecutar el disparo, accidentalmente se hirió un dedo con la flecha, enamorándose así, de la joven doncella.
Desesperado por lo que le sucedía, voló a pedir ayuda y consejo de Apolo, dios de la luz y la verdad.
Repentinamente los admiradores de Psique comenzaron a desaparecer, lo que provocó una gran preocupación a su padre, porque no comprendía lo que estaba sucediendo. Así decidió preguntarle al dio Apolo que debía hacer. Y Apolo le respondió:
-Es posible que algún dios haya decido tomarla como esposa. Debes llevarla a lo alto de una montaña y así sabrás si un dios desea casarse con ella.
Apenado, su padre, regresó al palacio y comentó las indicaciones del dios.
La ciudad entera se cubrió de tristeza, acompañó en silencio fúnebre con antorchas y al sonido de una sola flauta, la procesión de la princesa a la empinada montaña; donde la joven valiente, se despidió.
Psique, lloró hasta quedarse dormida, y mientras, el viento del Oeste la levantaba, llevándola a un valle florido. Al despertarse, se encontró en un lecho de hierbas frescas y aromáticas, frente a un palacio de oro y marfil. Un coro de suaves voces, invisibles musitaban en su oído:
-Todo esto, es tuyo.
En la noche, Cupido vino a ella:
-Tu. Eres mi esposa. Te amo. Pero debo pedirte que NUNCA trates de mirar mi rostro. Solo te visitaré en las noches, las que serán gloriosas y llenas de felicidad.
Psique, preguntó porque no podía mirarlo, y él solo le imploró
-Respeta mi ruego, porque si llegas a mirarme, quedaremos separados para siempre.
La verdad, era que Cupido temía que, si Psique descubría quien era, lo adoraría como un dios en lugar de amarlo como a un igual.
Psique se deleitaba con las visitas nocturnas de Cupido, sin embargo, durante el día se sentía triste y solitaria. Fue así, que un día le pidió a su esposo para traer a sus dos hermanas:
-Si ellas vienen, ése será el comienzo de nuestra ruina- dijo Cupido
Pero ella, le rogó insistente poder ver a sus hermanas:
-Si no puedo mirarte, al menos déjame ver a mis hermanas
Entristecido por estas palabras, Cupido mando al viento del Oeste por las hermanas mayores de Psique.
Primero, se veían alegres por ver a salvo a su pequeña hermana, pero apenas comenzaron a notar la riqueza que rodeaba a Psique, se llenaron de envidia y celos. Fue así que decidieron estropearles su felicidad. Cuando las hermanas volvieron a visitar a Psiques, éstas revelaron para ella que Cupido era un monstruo repugnante, que esa era la razón por la cual no se dejaba ver y que espera ba tener un hijo con ella para luego matarla.
-¡No! ¡No! –Sollozaba Psiques
Las hermanas, finalmente, la convencieron de que su esposo era un horrible monstruo, y que en la noche cuando el viniera a visitarla debía llevar una lámpara para verlo y le cortara la cabeza.
En el silencio de la noche, mientras Cupido dormía, Psique se deslizaba de la cama y se apoderaba de la lámpara mas cercana y del cuchillo que había escondido con anticipación. De regreso a la cama, Psique levanta lentamente la lámpara sobre el rostro de Cupido, y descubre el resplandeciente y ruboroso rostro del hijo de Venus, parecía que hasta luz de lámpara había aumentado su brillo.
Psique… deslumbrada, lo acarició tiernamente sus rizos, las brillantes alas y el carcaj, pero al tocar una de sus flechas, se vio doblemente enamorada del joven dios. En su embeleso, estuvo a punto de caer al suelo y una gota de aceite cayó sobre el hombro de Cupido, quien despertó, y al ver a Psique con el cuchillo en la mano se entristeció.
-¿Amor mío tenías miedo que fuera un monstruo horrible?
Y antes que ella pudiera responder, se marchó diciendo
-No puede haber amor si no hay confianza, jamás volveré a ti
Psique, llorando de dolor, intentó detenerlo, pero no lo logró, y en medio de la soledad de la fría noche, deseó morir.
Desesperada, pidió ayuda a todos los dioses y diosas, pero ninguno se atrevía a enfrentar la ira de Venus. Solo Ceres, la diosa de las cosechas, se atrevió a darle un consejo:
-Busca a Venus y pídele perdón. En éste momento, su hijo se encuentra en el palacio gimiendo por ti, y Venus está cansada de cuidarlo. Ruégale que vuelva a unirte a él
Pero apenas vio Venus a Psique, lanzó un grito salvaje y ordenó a sus servidoras Inquietud y Tristeza que se lanzaran sobre la joven, rasgándole sus ropas y arrancándole el cabello. Terminado el ataque, Venus se acercó sonriendo a la joven, quien permanecía temblando, tendida en el suelo
-¿Quieres ver a mi hijo? ¿No sabes que el te aborrece y no desea volver a mirarte jamás? Eres una criatura tan vulgar y desgraciada que me das lástima. Tal vez debe entrenarte para que llegues a ser digna de un dios.
Fue así que le encargó su primera tarea, en un depósito lleno de diferentes granos:
-Debes tenerlos clasificados esta tarde – y despareció
Cuando Psiques se enfrentó sin esperanzas a las distintas semillas, una armada de hormigas se fue reuniendo, y en pocos minutos se apoderaron de los montones de granos, ubicándolos en tres diferentes filas.
Cuando Venus regresó, encontró todo ordenado, como lo había encomendado. Por esa razón, al siguiente día, le dispuso una segunda tarea.
-¡Vete a la dehesa, junto al torrente!¡Allí habitan feroces carneros de dorados vellones! ¡Recoge un poco y tráemelos!
Psique permaneció un tiempo frente al torrente que bordeaba los campos donde pastaban los carneros salvajes, pensando que nunca podría acercarse a ellos sin que la mataran. Y en su desesperación, quiso ahogarse en el río
Entonces un junco que se mecía le susurró: -No te quites la vida, Psique. Espera que los carneros se duerman, deslízate hasta la dehesa y recoge los dorados copos de lana que cuelgan de las zarzas afiladas y de los espinosos matorrales.
Así lo hizo, cumpliendo con su segunda tarea.
Una vez más, Venus, muy molesta le entrega una nueva tarea. Esta vez debía llenar una copa de cristal con el agua helada de la montaña, recogida de la desembocadura del río Estigio.
Psique, tomó la copa y escaló la empinada montaña. Pero al ir llegando a lo alto, se dio cuenta que las rocas de las bocas del río eran desesperadamente pendientes y resbalosas. Por allí pasaba un águila, que gritó
-¡Espera! ¡Dame la copa de cristal!
Y el ave le trajo la copa que Psique entregó a Venus con el oscuro líquido.
Furiosa, Venus le encomendó la última tarea. Esta vez, debía llegar al Averno y pedir a la reina Prosperita que le llene el cofre con una porción de su belleza.
Psiques, no tenía valor para llegar hasta semejantes abismos y se subió a una torre, desde donde se dispuso a lanzarse a la muerte.
Y la torre habló:
-¿Qué cobardía te incita ahora a renunciar? Yo te diré como llegar al Averno y de qué manera triunfar en tu búsqueda.
Psique se dispuso a escuchar.
-Toma dos monedas y dos pedazos de torta de cebada. El cojo conductor de un asno va a pedirte ayuda, pero tú debes negársela. Debes darle luego una de las monedas a Carón, el barquero, quien te conducirá a través del río Estigio, hasta el Averno. Mientras estés cruzando el río, la mano de un moribundo se estirará hacia ti, pero tú debes volverte hacia otro lado. También debes negarte a ayudar a tres mujeres que estarán tejiendo los hilos del destino. Cuando llegues al pie del Cancerbero, el perro de tres cabezas que custodia las puertas del palacio, dale, dale uno de los pedazos de torta de cebada, para que sea amigable contigo. Y cuando emprendas el viaje de regreso haz lo mismo. Sin embargo, hay algo aún más importante: cuando vengas de regreso con el cofre lleno de la belleza de Prosperita para entregarlo a Venus, ¡no lo abras!, hagas lo que hagas, ¡no abras el cofre de la belleza!
Psique cumplió con cada paso indicado por la torre. Pero de regreso, cuando iba llegando al palacio de Venus, la curiosidad se apoderó de ella y abrió el cofre de la belleza, pero dentro de él, encontró un sueño mortal que, al apoderarse de ella, la dejó abatida en el camino.
Entretanto, Cupido, quien había escapado del palacio por la ventana de su alcoba en busca de Psique, la encuentra yaciendo inconsciente al lado del camino.
Se precipitó hacia ella y, recogiendo con rapidez el sueño de su cuerpo, lo encerró de nuevo en cofre. Luego despertó a Psique con un beso.
Antes que Venus pudiera darle alcance, se dirigieron al Monte Olimpo donde Júpiter, dios del firmamento, los unió oficialmente.
Todos los habitantes del Olimpo agasajaron a la pareja, todos, excepto Venus, quien estuvo furiosa por un tiempo, hasta que se convirtió en la abuela de una hermosa niñita llamada Dicha.
muy bueno ese mito muy romantico :3
ResponderEliminar